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Global Inside Synopsis es una marca registrada de newsletter con contenidos de información, análisis y opinión política y económica de Argentina y el mundo. Se brinda en este espacio un panorama que se considera altamente calificado para la toma de decisiones.

viernes, diciembre 23, 2005

“IMPERATOR”.
(Por el Lic. Gustavo Adolfo Bunse).


Hermes fue Dios, pero sólo porque era hijo de Zeus.

Su padre, lo hizo Dios del Comercio porque estaba libre esa cartera y Dios de las artes liberales porque no había nadie para el cargo.

Y también tuvo que ser, forzadamente, Dios de los ladrones, porque en algo había que darle lo que auténticamente le correspondía.

Por cuanto, eso era, en verdad, Hermes : un ladronzuelo incorregible de una mitología que, en sus alegorías retorcidas, lo tuvo que adornar con lo que, en certeza, era su rasgo ingénito más notable : Ladrón.

Le había robado el carcaj a Eros, le había robado la espada a Ares, le había robado el tridente a Artemisa y ni su propio padre se salvó :
Para completarla, también le robó el cetro a su propio padre, Zeus.

Fue arrojado del Olimpo por ladrón.
Apolo intercedió ante Zeus y el punguista Hermes volvió al Olimpo.
Su padre lo nombró consejero.
Un nepotista el Zeus este !!
El nepotismo es, como se ve, tan antiguo como la mitología griega.

“Imperator” no tiene sobrinos u otro tipo de familiares aparte de su esposa Kris.

Sus “nipotes” son, casi con exclusividad, los montoneros, porque son los únicos camaradas de confianza que ha tenido y tiene ahora.

Nombrar montoneros en todos los cargos, incluso imponiéndoles a los militares una “monto” que hasta tenía nombre de guerra bien conocido, puede parecer una provocación lisa y llana para los uniformados.

Pero no lo es.

El “Imperator” tiene como prioridad la confianza y el nepotismo muy por encima de las condiciones de idoneidad que debería tener cualquier funcionario.

Dispone para ello de dos tipos de sujetos :

a) Mediocres, en una cantidad más que razonable.

b) Montoneros (la mayoría de los cuales son mediocres ó fracasados).

En la bolsa que tiene con sus piezas de recambio, “Imperator” mete la mano y saca. Lo único que puede salir de allí es pues, un mediocre ó un montonero con altísimas probabilidades de ser también un mediocre. Otra cosa no sale de allí.

Poner en el Ministerio de Defensa a la esposa de Juan Manuel Abal Medina, tener cerca a una Vaca Narvaja, a Bonasso, a Verbitzky y a otro centenar de ex guerrilleros es tan sólo la consecuencia de sus propias y únicas disponibilidades de confianza.

Deplorables disponibilidades, cierto es.
Pero así marca el rumbo de su comarca “Imperator”.

En verdad, se nombró a sí mismo en todas las carteras que decidió remover, por cuanto ningún personaje ilustre ó con laureles de enorme fuste puede acceder, sin su venia, a donde pega el sol.

“Imperator” es pues, ministro de sí mismo. En todas las carteras.

Togas y tiaras van siendo retiradas del boato del imperio hasta que quede definitivamente claro que “Imperator” será el único que las vista hasta su muerte.
Ningún báculo ha de ser portado en puño de nadie, so riesgo del peor de los destierros del Olimpo.

Toda prosperidad de algún prestigio excitará la furia del supremo así como, cualquier resplandor, suele irritar los ojos de los enfermos.

El talento estremece a “Imperator”.

Transido de horror, jamás perdonaría al portador de alguna gloria legítima, aún cuando haya sido consagrada con todo el mérito, por cuanto es tan insoportable para su alma el encumbramiento ajeno como es de temible quien pueda amenguar su propia ventura.

“Imperator” estalla de ira si sospecha que alguien planea renunciar a la adulación decretada en su nomenclatura, ó quiere, por ventura, convertirse en un arquetipo de alguna genialidad.
De allí que, progresivamente, “Imperator” habrá de horadar la prosperidad de cualquier surgimiento individual e, inversamente, en un canto de idolatría a la chatura intelectual, seguirá sacando mediocres ó “cumpas” de la bolsa en que guarda sus reservorios.

Ninguno de ellos, jamás, osará desplegar ideas propias ó aportes de cualquier iniciativa que se salgan un milímetro de la partitura que están obligados a rezar cada noche en soledad temerosa.

“Imperator” será pues, cada vez más, el Ministro de todos los ministerios, meras cuevas de nivelación de los ineptos y de los domesticados. Confiables todos ellos, no por su virtud sino por aceptar ser rapados y ser elegidos naturales de esa casta temerosa y obsecuente cuyo precio para la complicidad es sólo mantener su empleo sin el riesgo a merecer jamás el enojo de “Imperator”.

Cambiadores de su honor por la menor prebenda y renunciantes a la virtud, forman la pléyade montonera y mediocre de “Imperator”, dueño y señor de la suma del poder público, amo de lacayos que bajan la cerviz, tutor idolatrado de los ciegos que ayudaron con su voto a alfombrarle el camino hacia la “nada” del país.

Esto es pues, lo que veremos hacia delante, en una rara sucesión de fotogramas que jamás, ni en sueños, pueden terminar bien.
Estas historias jamás terminan bien.

Y no importan aquí los estigmas individuales, porque eso es lo efímero. No importa la marca en la piel del Dios de los ladrones, ni la ruina personal de los lacayos que queman incienso cada noche con astillas de su propia dignidad. Eso importa poco.

Importa sólo el país que nos espera en el último fotograma que, toda esta cáfila de ideólogos de la escoria social, nos deje … al huir.

miércoles, diciembre 21, 2005

LADRONES Y PARASITOS DE LA ESCORIA SOCIAL
(Italo Calvino dixit) (reprod Lic Gustavo A Bunse)

Este es el mejor cuento que leí del brillante escritor Italo Calvino

Era un país donde todos eran ladrones.

Por la noche cada uno de los habitantes salía con una ganzúa y una linterna para ir a saquear la casa de un vecino.

Al regresar al alba, cargado, encontraba su casa desvalijada.
Y todos vivían en concordia y sin daño, porque uno robaba al otro y éste a otro y así sucesivamente, hasta llegar al último que robaba al primero.

En aquel país el comercio solo se practicaba en forma de embrollo, tanto por parte del que vendía como del que compraba.

El Gobierno era una asociación creada para delinquir en perjuicio de los súbditos y, por su lado, los súbditos sólo pensaban en defraudar al gobierno.

La vida transcurría sin tropiezo, y no había ricos ni pobres.
Pero he aquí que no se sabe cómo, apareció en el país un hombre honrado.

Por la noche, en vez de salir con la bolsa y la linterna se quedaba en casa y leía novelas.

Llegaban los ladrones, veían la luz encendida y no subían.
Esto duró un tiempo, después hubo que darle a entender que si el quería vivir sin hacer nada, no era una buena razón para no dejar hacer a los demás.

Cada noche que pasaba en casa era una familia que no comía al día siguiente.

Frente a estas razones el hombre honrado no podía oponerse.
También él empezó a salir por las noches para regresar al alba, pero no iba a robar.

Era honrado, no había nada que hacer.

Iba hasta el puente y se quedaba allí, miraban pasar el agua. Volvía a casa y la encontraba saqueada.

En menos de una semana el hombre honrado se encontró sin un centavo, sin tener que comer, con la casa vacía.

Pero hasta aquí no había nada que decir, porque era culpa suya; lo malo era que de ese modo suyo de proceder nacía un gran desorden.Porque él se dejaba robar todo y entretanto no robaba a nadie.
De modo que siempre había alguien que al regresar al alba encontraba su casa intacta: la casa que él hubiera debido desvalijar.

El hecho es que al cabo de un tiempo los que no eran robados llegaron a ser más ricos que los otros y no quisieron seguir robando.
Y por otro lado, los que iban a robar la casa del hombre honrado la encontraban siempre vacía.
De modo que se volvían pobres.

Los que se habían vuelto ricos se acostumbraron a ir también al puente por la noche, a ver correr el agua.

Esto aumentó la confusión, porque hubo muchos otros que se hicieron ricos y muchos otros que se hicieron pobres.

Pero los ricos vieron que yendo de noche al puente, al cabo de un tiempo, se volvían pobres y pensaron:

"paguemos a los pobres para que vayan a robar por nuestra cuenta".

Se firmaron contratos, se establecieron los salarios, los porcentajes.Naturalmente, siempre eran ladrones y trataban de engañarse unos a otros.

Pero como suele suceder, los ricos se hacían cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.

Había ricos tan ricos que ya no tenían necesidad de robar o de hacer robar para seguir siendo ricos.

Pero si dejaban de robar se volvían pobres, porque los pobres les robaban.

Entonces pagaron a los más pobres de los pobres para defender de los otros pobres sus propias casas, y así fue como instituyeron la policía y construyeron las cárceles.

De esta manera, pocos años después del advenimiento del hombre honrado, ya no se hablaba de robar o de ser robados, sino sólo de ricos o de pobres; y, sin embargo, todos seguían siendo ladrones.

Honrado sólo había sido aquel fulano, y no tardó en morirse de hambre.

Italo Calvino

YO ACUSO A LA DEMOCRACIA CHANTA.
(Por el Lic Gustavo Adolfo Bunse)


Hay una visión de la gente que me parece muy peligrosa.

Trátase de una espectacular y exagerada idolatría tradicional por un concepto que podríamos llamar aquí, “la democracia chanta”. La democracia argentina


La democracia, se nos quiere presentar a todos como un “cuco extorsivo”.
No se puede criticar a la democracia, (como aquí lo voy a hacer), sin que aparezca un imbécil que le venga a decir a uno que es un golpista , un totalitario o un gran antidemocrático.


Es muy difícil que, siendo los dirigentes políticos argentinos, casi sin excepción, una manga de chantas y rateros sociales, la democracia se pueda salvar de tener su sello de conducta . El “producto natural”de esos trapalones es la “democracia chanta”.


Por cuanto, la democracia, lo mismo sirve para denigrar y excomulgar a quienes no la defiendan con uñas y dientes así como para blindar las actuaciones de sus más conspicuos beneficiarios : los dirigentes políticos que fueron elegidos por ella.
Los elige la ciudadanía, obligada a votar.

Y asi, cuando son elegidos, da la impresión de que esa elección fuera una especie de salvoconducto ó patente de corso para cualquier clase de medidas y decisiones.
Una ordenanza que exige el acatamiento total a cualquier decisión.


La esencia misma de la democracia reside en la ambición sin freno para ganar cuantas elecciones vengan, y por el margen mayor posible. En consecuencia, el afán, ó ideal de cualquier partido, es pues, ganarlas, una tras otra, y por unanimidad, todas.


El sueño honesto de un político democrático, sería que todos los votantes se sintieran representados por él, y en ese sentido su anhelo coincide plenamente con el del dictador y el totalitario, sólo que el primero de los tres aspira a verlo cumplido mediante la persuasión y los otros mediante la imposición, la invasión, el sometimiento, la ocupación y la fuerza.


El primero por aclamación, los otros con ó sin ella.

El primero está dispuesto a conformarse con una aproximación razonable al cumplimiento de su anhelo, los otros no tolerarán el incumplimiento parcial y no aceptarán otra cosa que la cabal realización del sueño.

La meta de ambos es, sin embargo, la misma :
Tener el poder, agrandarlo, acumular cada día más y ejercerlo sin ninguna clase de trabas, dirigir y manipular a los gobernados a su criterio, independientemente de que tanto el uno como el otro crean ó puedan creer estarlos favoreciendo, protegiendo, guiando y hasta tutelando.


Un político, de la clase que sea, es alguien que, para empezar, cree estar en lo cierto.

Cree saber lo que es mejor para sí mismo y para los demás, para la totalidad de sus conciudadanos, y quiere llevar a la práctica su proyecto ó –más artísticamente- ver plasmadas en la realidad sus figuraciones más colibrillas.


Es alguien que aspira, siempre, a regir sobre otros y a decidir por otros, aunque formalmente lo haga “en nombre” de esos otros.
Que el uno utilice la persuasión y el otro la imposición no es poca diferencia, al contrario.

Es toda la diferencia.

Pero esta diferencia no debe ni puede, de hecho, ocultar que dentro de la persuasión caben y también se inscriben el sofisma, la demagogia, la mentira, el engaño, las falsas promesas, tal vez la calumnia.
Sin duda las argumentaciones falaces y por supuesto la propaganda, no digamos el insulto, las acusaciones infundadas, la trapacería, la difamación, la emboscada, la hipocresía y el chantaje.


Y sin embargo, la superstición democrática, en su manifestación más extrema, pretende y logra que todo esto sea normalmente excusado.
Pasado por alto, aceptado y aún acordado, rara vez es denunciado ni condenado.



Se toma como “parte del juego”, ó como “gajes del oficio”, ó como la “lógica de las alianzas, de la compensación y la represalia, lógica del cambalache”.

Todo esto se analiza con asombrosa asepsia, se cuenta y se especula con ello, se admite y aún se propicia. Parece normal que un político diga lo que no piensa, esconda sus intenciones, cambie de opinión en función de sus pactos, sin explicar tal cambio.


Nunca es castigado por sus veleidades ó inconsecuencias, no se le piden cuentas porque un día censure y al siguiente ensalce a un contrincante, a otro partido, siempre encuentra un comprensivo agasajo –en realidad resignadamente corrupto-.


Pero cuando surge por ventura alguien que por todas ó algunas de estas prácticas descalifica a un político ó a un partido, entonces éstos sacan a relucir sus dientes para que, con su magia, vuelvan las acusaciones en contra de quien los acusa :

“Somos una agrupación democrática, gozamos de inmunidad democrática”, “hemos sido limpiamente elegidos en unas votaciones libres”, “atacarnos equivale a insultar a tres millones de electores”.


Estas son protestas que ni siquiera son ciertas, en su literalidad, al ciento por ciento.


Un partido puede ser democrático en el sentido meramente técnico de estar registrado como tal y concurrir a las elecciones, pero puede perfectamente no serlo ni en su espíritu ni en su funcionamiento interno (y vemos que no lo es casi ninguno), ni en su defensa de ese sistema político ni, desde luego, en su mínima tolerancia de los demás partidos.


Unos políticos pueden haber sido, en efecto, elegidos en votaciones libres, pero será difícil ó más bien imposible que lo hayan sido “limpiamente”:


No sólo por las habituales manipulaciones antedichas sino porque, sobre todo, habrán sido elegidos en primer lugar –esto es, contratados, comprados, premiados ó “fidelizados”- por el aparato de sus respectivos grupos que los colocara en las listas cerradas armadas sobre “negocios a futuro”.


Y, claro está, criticar, atacar ó incluso descalificar a un político no equivaldrá jamás a insultar a un solo votante suyo :

No ya porque un altísimo porcentaje de votantes opte siempre por una ú otra lista sólo como mal menor, sin ningún entusiasmo ni desde luego incondicionalidad alguna, sino porque, por mucho que a los políticos y a los partidos les guste considerarse ó estén considerados “representantes” de la ciudadanía, a la hora de los hechos lo son en grado mínimo, en nuestra democracia.

Son chantas, reyes de la justificación, buscadores de culpas ajenas, lavadores de manos, insinceros, irresolutos, trenzadores y acróbatas de la promesa.


Lo decisivo aquí es que son siempre, y en el mejor de los casos, representantes interinos provisionales. Azarosos, si se me apura.
Y la prueba de ello es el modo en que, ellos mismos, cada vez que hay nueva campaña, procuran atraerse precisamente el voto de quienes la vez anterior no se lo dieron ni los quisieron como representantes suyos.


Digamos , en suma, que su grado de “representación” está tan rebajado, tan pálido, tan “televisivo”, su vínculo con los electores es tan teórico, cambiante y superficial, que de ninguna manera se podría hallar veracidad en sus pretensiones de transferir los ataques que reciben al cuerpo de sus votantes.
La correa de transmisión es una entelequia.

No hace falta remontarse una vez más al clásico ejemplo del Hitler que fue elegido democráticamente la vez que lo fue, para recordar que, en un sistema democrático asentado, lo importante no es que tal ó cual político haya sido “democráticamente elegido” , sino lo que ese político haga después de haber sido elegido.


En este sentido, para lo único que ha de servirle es para recordar a sus enemigos, rivales ó críticos que lo que NO PUEDE HACERSE CON ÉL EN MODO ALGUNO NI BAJO NINGÚN PRETEXTO ES DERROCARLO POR LA FUERZA Y SIN QUE MEDIEN UNAS ELECCIONES NUEVAS.


Que un joven sea condenado a unos meses de cárcel por robar una coca cola en un supermercado se querrá hacer pasar por muy justa sentencia si ésta se ha dictado “con la ley en la mano”.

Pero los gastos demenciales funcionarios y dirigentes políticos a cargo del erario público se pueden justificar siempre, por escandalosos y superfluos que sean, si “están contemplados en las partidas presupuestarias legalmente aprobadas”, y así hasta el infinito. (El recurso a la legalidad ha sido empleado con la misma tranquilidad y desahogo por todos nuestros gobiernos).


Que algo sea “legal” significa tan sólo que puede hacerse sin ser denunciado al instante ni ir a la cárcel por ello quien se decida a hacerlo, nada más.
Nunca, “per sé”, que ese algo esté bien hecho.


Y nunca garantiza “per sé” que no sea una atrocidad lo cometido “en nombre de esa legalidad vigente”, por muy “democráticamente elegidos” que estén los legisladores de ese país.
Creer otra cosa, es sólo eso :


UNA CONCEPCIÓN MALFORMADA DE LA DEMOCRACIA CHANTA.


EDITORIAL: “POPULANDIA”.
(Un cuento corto futurista).
(Por el Lic. Gustavo Adolfo Bunse).

Al amanecer del 10 de diciembre del año 2011, un calor insoportable flotaba pesadamente sobre la Plaza de Mayo.

Algunas nubes color plomo tapaban parcialmente un horizonte de cielo que aparecía nítidamente rosado en sus confines.

Una guillotina de madera negra había sido instalada allí, la noche anterior por un grupo de hombres vestidos de gris y boina roja, un uniforme que también tenían puesto los guardianes de la Casa de Gobierno, distribuidos a razón de 50 por puerta y 5 por ventana.


Era el país de “Populandia” en el que, desde hacía mucho tiempo, no había ejército, ni policía, ni gendarmería.

Todo el control estaba en manos de una milicia popular, armada con palos, que fue creciendo formidablemente en cantidad de efectivos a medida que crecía su propia insuficiencia para imponer el control del orden público.

Era terrible : Algo más del 70% de la población formaba parte de la milicia popular todos ellos vestidos de gris y boina roja.


La guillotina se usaba lunes, miércoles y viernes para cumplir con la única ley que existía en “Populandia”:

“La ley de supresión del peligro”.

No había otra ley allí, puesto que el Congreso de “Populandia” había unificado la legislación por orden del Gobierno y todos los milicianos eran, precisamente, “controladores de esa única ley”.
El Estado había crecido de tal acromegálica manera que el restante 30% de la población, eran todos empleados estatales.


Varias epidemias habían arrasado con la vida de miles de habitantes de “Populandia” cuando la basura, desparramada por las calles alcanzó, un día, a tapizar completamente el pavimento de todas las ciudades.

Bolsas de basura despanzurradas por todo lugar, habían atraído hacia “Populandia” a casi todas las ratas y cucarachas del mundo.

“La ley de supresión del peligro” funcionó entonces y todos los milicianos salieron con sus palos a matar ratas y cucarachas. Nadie se ocupó de la basura y la suciedad, las cuales pasaron a formar parte del paisaje de “Populandia”, como una especie de alfombra de todo lugar de tránsito público.

Pero después llegaron, sucesivamente, una multitud de epidemias:

El ébola, la vaca loca, la viruela, etc.

Los milicianos no deban abasto con sus palos y la “ley de supresión del peligro” autorizó entonces el uso de la guillotina.

Todo lo peligroso se guillotinaba, fuese lo que fuese.

Pasaron por la guillotina uno a uno cinco millones de vacunos con el mal de la vaca loca y otros tantos animales e individuos contaminados.

El gobierno había estado escondido durante todo el último año, custodiado por miles de siervos de la “milicia popular” pero pesaban en su contra decenas de denuncias por corrupción, arbitrariedad, malversación de reservas del Estado, y también por propiciamiento de las epidemias.

Nadie sabía, esa mañana tórrida, el motivo de la instalación de la guillotina en ese lugar de la Plaza.

Además, se corría la voz de la llegada de otra epidemia atroz.

A las diez de la mañana un piquete de milicianos populares ingresó a la casa de gobierno y a los pocos minutos salió de allí arrastrando una especie de jaula portátil completamente cerrada, con rueditas y enseguida la acercó a la guillotina.

Se juntó una enorme multitud para ver a quien iban a guillotinar.

La jaula se abrió lentamente y la pareja que estaba adentro fue sacada a empujones y guillotinada en el acto .

Se develó el misterio :
Había llegado la “gripe aviar”.

Los dos últimos pájaros que quedaban en “Populandia” eran una pareja de pingüinos “emperador” que servían de mascota en palacio y que habían acompañado mucho tiempo a los jerarcas del imperio.

La pareja de pingüinos fue ejecutada por decreto de “necesidad y urgencia” y , de tal modo, se acabó con la última de las terribles epidemias de “Populandia”
ELOGIO SUBLIMINAL A LOMBROSO
(Por el Lic Gustavo A. Bunse)


Césare Lombroso (1836-1909) médico psiquiatra y criminólogo italiano de gran fama, sostenía lo siguiente :

Un individuo de aspecto siniestro, con asimetrías craneanas, nariz de águila, un ojo salido de su órbita y además desviado notablemente, paladar de perro y lengua poco retráctil, imposibilitado por ello de pronunciar las letras fricativas, con el pelo crecido al revés y con reflejos fotofóbicos que lo obligan a guiñar uno de sus ojos, resulta necesariamente un “antropo- specimen” de criminalidad peligrosa y de probable insanía moral, variable entre la psicopatía sintomática y alguna otra caracteropatía de gran crueldad habitual.

Las teorías de Lombroso, no tuvieron mucho éxito y de hecho, la historia, los científicos, los libros y hasta el cine, se ocuparon de aplastar los postulados de este otrora famoso médico antropólogo y criminalista.

Cuasimodo, que es sin dudas lo más parecido al engendro que hemos descripto, salvo por su joroba (para cuya aparición no deben perderse las esperanzas), era, finalmente, un tipo bueno.

Sin embargo, hay algunas casualidades que merecen verse :
Quien concurra a la Policía Federal a hacer un dictado de rostros para describir a un delincuente, del que acaso ha sido víctima, tiene obligadamente que mirar, una por una, mas de mil caras diferentes a efectos de poder construir el llamado “foto fit” o identikit.


De esos mil rostros, todos pertenecientes a delincuentes prófugos o recién liberados, no menos de 950 son antropomórficamente, típicos modelos lombrosianos de criminalidad predeterminada acaso por esa sola condición.

Además, hasta los propios jueces y los más avezados policías, honran secretamente a Lombroso, refiriendose, muchas veces, a la “cara de delincuente” que tiene tal o cual detenido.

Todos, en general, creen que Lombroso, algo de razón tenía.
No quieren aceptarlo públicamente, por cuanto temen quedar incursos o encuadrados en algún tipo de discriminación social.

En los fundamentos de la curiosa teoría de Lombroso, aparecen varios capítulos explicativos acerca de los retorcimientos y los desvíos morales en los que suelen caer este tipo de engendros que se rotulan allí como “antropo-delincuentes”.

Uno de ellos dice :

“Estableciéndose como distintivo que el cráneo de estos seres tiene una topografía interna con tales retracciones especiales que modifican volumétricamente la masa encefálica, vale considerar las áreas en las que inciden estas penínsulas óseas, restando y hasta haciendo desaparecer regiones íntegras de ambos hemisferios del cerebro y privando al mismo por completo de su función ” (sic) .

“Trátase, en lo reactivo social, de seres humanos que presentan un incontenible resentimiento que convierte su gregariedad natural en una acción de simulación esforzada” (sic).


“Necesitan encajar en la sociedad, para que pase inadvertida su inclinación habitual a la venganza generalizada y sin motivo cierto.
Les resulta menester cobrar alguna “presa” con regularidad y crean, para ello “grupos de enemigos potenciales” a quienes condenan a muerte en silencio, capturándolos de uno en uno y sacrificándolos luego, con horribles sufrimientos previos”. (sic)

“Por tal razón, al seleccionar a sus víctimas de entre esos grupos cerrados y homogéneos, aunque sus actos criminales sean impredecibles en su frecuencia, puede adivinarse cuales son los que están en peligro, resultando así más rápido su descubrimiento” (sic).

“No importa su posición social, su nobleza de nacimiento o incluso su rango en alguna función o cargo público. Su sed de venganza inexplicable y su resentimiento malévolo, no se detiene por estas distinciones. Al contrario, sírveles el manejo del poder de contorno tuitivo perfecto para preparar y consumar sus actos criminales con la mayor impunidad y enmascaramiento.” (sic).


Nos dice, en otras palabras, Césare Lombroso, que en los repliegues del poder, y aún en sus más altos estamentos, perviven estos engendros, acaso pudiendo desarrollar por mucho tiempo, un raid de crueldades y venganzas bajo las formas más sofisticadas que les puede facilitar para ello la herramienta política y el manejo del poder discrecional.


Lombroso no vivió para ver fulminada su teoría.

Ya casi nadie lo cita, salvo para asociarlo a la discriminación.
Pero no son pocos los que lo elogian secretamente.

La prudencia y la cobardía están vinculadas con el respeto y con el miedo. Este último es socio de la incertidumbre y de la carencia de información sobre aquello que nos amenaza en la vida.


Puede verse que esta información, errada o no, es muy curiosa.


… y conmovedora hasta el susto.










EDITORIAL: “EL UNICO MIEDO”
(Por el Lic. Gustavo Adolfo Bunse).

Pocos saben en la Argentina, con exactitud, cuál es el único miedo verdadero de Néstor Kirchner.

Casi nadie sabe cuál es el esquema principal de causales de sus ataques de pánico recurrentes.

Cuál es, en su íntima convicción, casi el único factor del que no se siente seguro en absoluto y del que, inversamente, presiente una especie de proximidad inexorable cuya fórmula real para esquivarlo no existe a su alcance.

No es su salud, por cierto en vías de secreto deterioro.

No es el creciente poder de su esposa que ha empezado a levantarle la voz en todo sitio sobre los temas que jamás cuestionaba y que siempre respetaba:
El enfoque instrumental de las políticas públicas.

No es tampoco su entorno, plagado de traidores, de hipócritas y de advenedizos, a quienes conoce con detalle quirúrgico.

Ni siquiera es alguno de sus famosos “grandes” enemigos políticos, anteriores ó actuales a ninguno de los cuales considera suficientemente muerto en lo político como él hubiera deseado.
Tampoco son, ninguno de los fantasmas externos, ni Washington, ni el FMI, ni el G-7, ni sus vecinos más odiados como Lula ó Lagos.

No es la ruptura con el Fondo Monetario que le sugieren sus íntimos ó el Plan “B” de desenganche que podría surgir por esa causa.

No, nada de eso.
El terror íntimo y verdadero de Kirchner es nada más ni nada menos que “el problema social en ciernes”, sus líneas de tensión en límite de maduración para poner a desbordar todo, sin control por vía del chispazo más ingenuo e inocente que pueda ser concebido.

Una temible masa crítica de pobres e indigentes cuyo porcentual se anuncia en descenso mes a mes, pero que él sabe íntimamente que no es cierto.

Sueña con eso.

Casos como el de Francia, lo desequilibran y lo llenan de zozobra.
Pero en su ánimo personal no se instala una preocupación genuina proyectada a resolver los problemas sociales desde su raíz. No hay en él un enfoque generoso y dativo para ese déficit que resulta tan sensible a los correctivos desde el pináculo del poder.

No.
Su miedo es absoluto egoísmo y deseo de poner a salvo su pellejo.

Miedo a tener que caer, sin remedio, en un escenario de caos generalizado que surja por vía de esos fenómenos de contagio sucesivo de factores desencadenantes absolutamente impredecibles.

Se horroriza al extremo al imaginarse que puede tener que vérselas con la decisión de seguir dejando que se queme y se destruya todo con su liturgia montonera de “policías decorativas”.
Ó acaso, frente a un problema de escala, tener que tomar la decisión de poner un límite verdaderamente contundente.

Lo ha dicho en la intimidad :
“Antes de ordenar una represión sistemática, renunciaría”. (sic)

De modo que si aquí ocurriera lo de Francia ó acaso mucho menos que eso (y si esa “promesa” fácil fuese cierta), Kirchner se iría del Gobierno, lo cual, de hecho, entra mucho más en la lógica de una incapacidad estructural para ejercer la conducción pública que en el enfoque elogioso de alguna filantropía dogmática puesta al servicio de proteger las vidas humanas.

Quemar autos es el terrorismo más fácil y más barato que se conoce. Un poco de nafta en uno de los neumáticos y en 5 minutos ya es difícil detener el daño total.

Ni siquiera hace falta una botella “molotov”.
Como símbolo de castigo a las “clases altas” y como modo de llamar la atención sobre las postergaciones sociales, este es sin duda un procedimiento menos riesgoso que un piquete y mucho menos “personal intensivo”, de modo tal que sólo hacen falta media docena de incendiarios con mediana experiencia y algún estímulo.

Si logran generalizar el caos incentivando a todos los “guetos” de marginalidad que conocemos aquí con el nombre de “villas miseria”, entonces va a ser difícil parar el caos.

Quizás por esa simple razón, es el “único miedo”, por cuanto ninguna otra cosa es esperable en materia de presiones desde la mansedumbre social argentina, salvo algún tibio cacerolazo si les quitan los depósitos ó acaso los cortes de autopistas programados y consensuados por el propio Gobierno, en la persona de su Ministro del Interior Aníbal Fernández.


Su colega francés Sarkozy le provoca naúsea, de modo que prefiere volver a autorizar, como lo hizo el último lunes 14 a la noche , que la UOCRA corte la Avenida Lugones a las 9 de la mañana, que cumplir con su juramento de que “jamás se cortaría otra autopista”.

Autorizar, dejar hacer, esperar que se incendie y se destruya todo, contener a la policía hasta que las ruinas de Pompeya y Herculano, en cenizas, puedan ser fotografiadas por los diarios.

Y pagar después los daños con la Caja del Estado, dejando que todo siga por el camino de la divina providencia. De la casualidad.

Esa es la liturgia.

La “válvula de escape” para que todo se olvide rápido.

Publicar mil datos falsos del nivel del delito y “dar sensaciones” de tranquilidad con la prensa adicta.

Provocar problemas internos y gremiales en los diarios que se animan a difundir un atisbo de crítica como lo que ocurre en por estos días en La Nación.

Espantar así, de un modo absolutamente trucho, patear para adelante la más incontrolable de todas las causas de conmoción:

“El único miedo”
EDITORIAL: “POPULISMO DE AVENTURA”.
(Por el Lic. Gustavo Adolfo Bunse). (14/12/2005)


El insólito estado de aislamiento internacional en que ha quedado la República Argentina, no reconoce precedentes.

El grado de responsabilidad plena del gobierno de Kirchner en este escenario extrauterino, tanto en lo que respecta a su provocación conciente cuanto en lo que atañe a sus graves consecuencias, supera hoy, holgadamente, lo inexcusable.

Y es tan grave esa responsabilidad en los casi tres años de ocupación del lugar político más elevado del Estado, no sólo por lo que inexplicablemente dejó de hacerse, ni por lo que habiendo debido hacerse, se omitió de ex profeso, sino básicamente por el inadmisible conjunto de acciones objetivas, casi metódicamente dirigidas a la provocación intencional de tal escenario lamentable.

Y además, en un sentido que resulta sistemáticamente opuesto a la preocupación por advertir la menor necesidad de un correctivo, el Presidente de la Nación, en persona, se ha ocupado de consolidar las relaciones con países que son precisamente impulsores ideológicos y destinatarios orgullosos del aislamiento internacional definitivo.

En ese marco de la mas absoluta irresponsabilidad se inscribe la emotiva e íntima sociedad con Venezuela, con Cuba y con Bolivia, así como el descalabro histórico que han sufrido las relaciones con Estados Unidos, Canadá, Francia, España, Italia, sin contar con la precariedad notoria de los vínculos con varios paises vecinos



Es inexorable que este rumbo tenga un costo formidable para el país, por lo que ya puede verse hoy en la parálisis inversora y en los viajes desesperados de algunos funcionarios del gobierno para ensayar un emparchamiento mañoso del desastre que han diseñado.

Unos viajes atropellados y súbitos, carentes de un plan estratégico mínimo, atiborrados todos ellos, de carpetas suplicantes con un texto realmente esquizofrénico y diametralmente opuesto al discurso reiterado de las agresiones presidenciales que se ocuparon de cavar esa profunda fosa en todo el tejido de la vinculación planetaria.

Viajes precedidos por mensajes de política doméstica que revelan por los cuatro costados un claro ánimo cerril de dinamitar los restos de seguridad jurídica que puedan quedar en el país :


La persecución en verdadera cacería de militares, funcionarios, empresarios, legisladores electos y hasta catedráticos universitarios por haber tenido otrora alguna relación, aunque sea tangencial, con el “Proceso” ó con “Estados Unidos”, es una peligrosa compuerta que el Gobierno decidió abrir, utilizando para ello el “salvajismo democrático” de los soldados montoneros como Bonasso y Garré, que operan como “fronting” de los dictados de un crápula .


El populismo mediocre, en la mayoría de los casos, busca afanosamente formar el germen de una reacción violenta, para justificarse y victimizarse en el acto, lo cual le permite naturalmente doblar luego su apuesta y trepanar sobre motivos actuales y visibles.


Las herramientas preferidas para ese atropello, son la persecución abierta y el selectivismo moral, sin la aplicación de ley alguna y con el único apoyo de las presunciónes, las delaciónes y los terribles informes unilaterales del CELS.

Este tipo de populismo, de “avance y retroceso”, de provocación injusta y humillación despiadada, se llama “populismo de aventura”.

El “populismo de aventura” es la versión más incompetente e irresponsable de este tipo de prácticas políticas conocidas por el género humano, en una escalada peligrosa, acaso desde mucho antes de la construcción de las pirámides de Egipto.

El “populismo de aventura” consiste en el siguiente manual de media docena de elementos :

1) No saber en absoluto hacia dónde se va.

2) No saber de dónde se viene, ó acaso sabiéndolo, no poder creer-lo ni tampoco explicarlo.

3) No tener capacidad para construir un objetivo y mucho menos para montarlo en un plan.

4) Tener una cantidad razonable de poder transitorio ó contingente sobre un pueblo cuya mayoría es pobre o indigente.

5) Proclamar y propugnar lo que se supone ó ya se conoce como agradable a los oídos de esa mayoría pobre.

6) Proclamarse como enemigo ó actuar en contra de todos los factores y de todas las personas que esa mayoría pobre ha decidido rechazar ó despreciar.




El populista de aventura hace para ello encuestas todos los días y recibe la información minuciosa sobre los “agrados colectivos” así como de los rechazos viscerales y de los odios irracionales de esa masa crítica empobrecida ó indigente.

De hecho, sabe que tales agrados y tales rechazos, no proceden de razonamientos equilibrados, ni de información fundamentada toda vez que, entre ellos, junto con una pobreza estructural, campea una innegable subcultura y la percepción más esotérica de la realidad.

El “populista de aventura” toma esas banderas como propias y las convierte en su discurso personal con el simple enunciado y sin mencionar solución alguna para lo que se plantea, sino simplemente avanzar, con las instituciones como escudo, con la persecución y el aniquilamiento por decretos de necesidad y urgencia, así como con el uso legislativo para la implantación de una nueva moral pública que se inspira en la proclama de la venganza montonera “URBI ET ORBI”.

Acaso nos falta todavía oír el plan que prepara la Ministra de Defensa Nilda Garré para la reconversión cartaginesa de las Fuerzas Armadas hacia un modelo venezolano perfeccionado que ha de sostenerse en la hipótesis cerrada de que todos los uniformados argentinos son “pro-norteamericanos” y que urge, por esa razón, la fulminación inmediata de tal espíritu.

Las prácticas políticas “vitelianas” que usa el Presidente argentino ya resultan para todos bastante claras :
Populismo y terror.

Populismo de aventura.


Coleccionar consenso popular a cualquier costo para imponer luego el lema de Vitelio :

“El que no está conmigo está en mi contra”.

Estar en “contra de Kirchner” es una “sub categoría” de ciudadano que simplemente puede “obtenerse” expresando una crítica suave hacia su gestión, aún cuando esta sea respetuosa y fundamentada.


Mucha gente experimenta hoy, por primera vez en su vida en la República Argentina, una sensación extraña y muy conmovedora respecto del sujeto que, se supone, dirige sus destinos :


Nunca antes hubo, en ese sitial, nada menos que en el pináculo del poder, un sujeto que haya lucido como el peor enemigo de cualquiera de los ciudadanos que no lo votaron.

Y no sólo de aquellos.

Sino también los que, tibiamente, puedan acaso tener apenas una diferencia de matices con sus opiniones y con su dogma trágico :

“EL POPULISMO DE AVENTURA”

EDITORIAL: “VITELIO, EMPERADOR DE ROMA”.
(Por el Lic. Gustavo Adolfo Bunse).



Aulo Vitelio fue emperador romano después de Otón y antes de Vespasiano.

La pupila de su ojo derecho lucía bastante deformada y algo salida de su órbita.Duró menos de un año en el trono de Roma y , sin embargo, se lo considera como el peor, el más cruel, déspota y vicioso de todos los emperadores romanos de la historia.


Realmente un perverso consumado y un mal nacido hecho y derecho.


Había nacido en el 14 d.c. y cuando tenía 55 años era emperador (año 69 d.c.). Fue muerto ese mismo año por el pueblo que lo linchó y lo colgó de una columna boca abajo.


Sin embargo, Vitelio tuvo una faceta que, no por sangrienta, era menos destacada :


Fue el mayor recaudador de impuestos de toda la historia de Roma.Dejó las arcas con tanto superávit ("fiscal") que Vespasiano (su sucesor), además de sus brillantes condiciones personales (reconocidas por la historia) tuvo por ello mucha ayuda al iniciar su obra.

Pero veamos lo que hacía Vitelio para hacerles tributar impuestos a todos los ciudadanos y poder así gastar en sus formidables vicios pero lograr, que aún de ese modo, sobrara el dinero a raudales :

Todos sin excepción, debían tributar incluyendo niños y ancianos. Pese a que 5 de cada diez niños no llegaban a cumplir los 4 años de vida, un recién nacido debía tributar. Sus padres eran los responsables de tal obligación y si la madre era soltera debía buscar sustento en la prostitución para hacerlo.


No había necesidad de facturación, ni de blanqueo de empleados, ni de cualquier otro tipo de registración.
Sólo por ser ciudadano romano, sólo por existir, se debía tributar (la otra opción era huir) una suma que era igual para los ricos y los pobres, con la única diferencia de las tres categorías de edad (en Roma se era niño, se era joven ó se era anciano).


Los ancianos, aún los inválidos y sin trabajo debían tributar también, para lo cual se apuraban a pedir limosna día y noche.


Al que no pagaba impuestos Vitelio lo encarcelaba y lo hacía torturar durante una semana entera, en forma horrenda.
Mercancías que salían ó entraban a Roma eran confiscadas en una tercera parte para ser destinadas al pago del tributo.


El superávit fiscal "a cualquier precio" era pues, para Aulo Vitelio igual que la opinión pública impulsada con soborno y amenazas como forzosamente laudatoria y a su favor.
Así creció la economía artificialmente en un lapso tan breve que parecía increíble la magnitud de la recaudación hallada al fin de la "gestión" a través de la liturgia de la exacción impositiva totalitaria y compulsiva.

Tomemos entonces ese ejemplo fotográfico de la historia.

La fórmula del cóctel parece clara :

Poderes plenos, totalitarismo déspota, compulsión, aprietes, prensa hipotecada ó sojuzgada, régimen impositivo salvaje, suma del poder público, tener 55 años de edad y un ojo siniestro, son suficientes para tener una economía en crecimiento, aunque sea navegando en un mar de artificialidad y aunque todo termine con el tirano colgado de un farol de la calle, apedreado por un pueblo completamente harto.


Pero por estas comarcas, no hay cuidado de que ese cóctel histórico se repita ó se produzca, por cuanto :


1) No hay un totalitario en el poder.

2) No tiene poderes plenos, ni los implementa para ninguno de sus ministros.

3) Si los tuvo, seguramente no querrá prorrogarlos
nunca más.

4) No se encuentra vigente ningún régimen impositivo
salvaje.

5) No existen los aprietes a nadie por ninguna causa.

6) No existe demagogia ni deseos de perpetuación.

7) La opinión pública no está hipotecada ni sojuzgada desde el poder.

8) Nadie pretende la suma del poder público.

9) No hay un emperador que tenga exactamente 55
años de edad y un ojo oblicuo y siniestro.

10) A nadie se le cruzaría por la cabeza querer colgarlo
de un farol y mucho menos boca abajo.

La comarca puede pues, estar tranquila y por lo que se puede ver, ningún peligro se halla en ciernes.


Además, si tuviésemos la mala suerte de tropezar con un escenario semejante, entonces seguro que después habría de llegar un "Vespasiano" y le habría de regalar a esta comarca latinoamericana, sus años de oro y su esperada época de gloria.