global inside synopsis

Global Inside Synopsis es una marca registrada de newsletter con contenidos de información, análisis y opinión política y económica de Argentina y el mundo. Se brinda en este espacio un panorama que se considera altamente calificado para la toma de decisiones.

miércoles, agosto 30, 2006

EDITORIAL : “LA ORTOPEDIA INSTITUCIONAL”
(Por el Lic. Gustavo Adolfo Bunse). (01/8/2006)


Las claves del final catastrófico que ha de tener este Gobierno se pueden encontrar en varios de los libros de Albert Camus.

Kirchner tiene una especie de ejercicio gimnástico secreto:

No hace aerobismo, ni juega al golf, ni tampoco practica natación.

Lo que hace, seguramente de noche, es ejercitarse en huir hacia adelante. Esa es su práctica cotidiana casi obligada diseñada para no morir políticamente cuando amanezca al día siguiente.

Hace eso.

Toma un papel y una birome y traza unas líneas para diagramar, con cierto infantilismo, los mejores modos de correr el horizonte hacia un lugar bien alejado de la presente y cruda realidad.

Huir hacia adelante es buscar una salida que evite una confrontación inmediata, pero en cuya postergación uno se encamina a un peligro mucho más grave o a un escenario sin ningún control.

Es creer que se gana tiempo con la adquisición de un riesgo inevitable a mayor plazo, cuyas consecuencias serán mil veces peores que asumir la coyuntura obligada por la responsabilidad.

Es cambiar la prioridad muy dificultosa de “hoy”, por un enorme precipicio insondable de “mañana”.


Es escaparse del fuego enemigo, corriendo en modo ciego hacia sus filas para entrar concientemente en cualquiera de sus emboscadas.

Es negar una responsabilidad evidente, tapando con mentiras una explosión inminente y comprando una explosión futura que, se sabe, resultará inexorable.

Es huir por el pronto, tratando de esquivar el conflicto sobre la hora próxima e improvisar un camino de emergencia sin saber a que lugar lleva o acaso sabiendo muy bien, que no lleva a ningún sitio.

Quien huye hacia delante, lo hace habitualmente en algún estado de desesperación, muchas veces obnubilado, confundido, tomado por sorpresa o transido de miedo.

Pero Albert Camus define otro tipo de huídas hacia delante que él asigna como práctica habitual exclusiva de los totalitarios.

Estos sujetos, confían en que su escape hacia el “no sé donde”, los envíe hacia un futuro de escenarios cuya realidad ellos mismos han de poder modificar, precisamente con el uso del poder discrecional del que disponen a su antojo.

Moverse hacia un camino ilegal, para luego cohonestar su felonía y convertirla en legal.
Cambiar la ley “pro témpore”. Así de simple.


Trátase pues de una huída hacia delante que le ofrece al totalitario otras alternativas de comodidad profundamente ingénitas de la megalomanía de un sujeto que puede cambiar las condiciones adversas de cualquiera de los caminos prohibidos.


Y el propio marco jurídico que los llevó a la encerrona y que los obligó a producir de golpe un viraje escarpado, es el que proclaman extinguido para pavimentar el nuevo, dinamitando los obstáculos con el invento de su propia “ley”.

Funciona bien en los primeros pasos, por cuanto al fulminarse una institución que obliga a “lo bueno”, nace un hueco que no tiene límites para “lo malo” y que puede redefinir lo bueno con el antojo de un decreto.

Sabe muy bien que, cualquier camino de los que él puede elegir en su corset ideológico, lo ha de encaminar hacia una trampa que es inexorable. Pero aún así, su trapizonda consiste en construir desvíos, extensiones artificiales y complementos de distancia que hagan interminable el recorrido de cualquier proceso.

El diestro “huidor hacia delante” domina esa práctica con la pericia de un organillero y apoyando su raro ejercicio en la aplicación de correctivos transitorios, escurre su vicio cambiando el remedio por el calmante, la funcionalidad por el parche y el plan por la ortopedia.

Sus únicas herramientas para ese ejercicio son la postergación la improvisación y la simulación.

Prefiere desconocer su propio futuro aunque lo intuya en grave peligro por lo que no vacila en aliarse con quien viola la ley con la secreta esperanza de volver a cumplirla una vez que pueda absorberlo, controlarlo y dominarlo dejándolo que ingrese de modo suave en su aparato digestivo.

Por eso coopta piqueteros y los incorpora a sus filas, pacta con los “ambientalistas” y les convalida el delito de los cortes de ruta, compra la paz sindical a cualquier precio y les paga con fondos reservados. No tiene la menor noción de lo que conllevan todas esas inmoralidades y prefiere ignorar su costo a corto plazo.


El corto plazo será legítimo… por cuanto habrá una ley a su medida.


Huye hacia adelante y aunque sospecha que se dirige a un destino mucho peor, confiando también, de modo torpe y temerario, en que las condiciones de apoyo popular serán las encargadas de evitarle que se desbarranque cuando llegue la hora de no tener más margen.

Su hábito especulativo de la hipoteca progresiva lo obliga a mentir en modo alevoso a cada instante.

Elige, para tal fin, el impacto que ocurrirá en el gran número de gente que pueda quedar debiéndole un agradecimiento o en el pequeño número que pueda dañarse a fondo, sin que jamás haya que temer el peso político de su inquina.

Huye hacia adelante barriendo bajo la alfombra, pateando hacia otro día, comprándole cualquier tiempo al minutero, prometiendo para más tarde, jugando a dos puntas, sirviendo la comida cruda y quemando las naves del enemigo y no las propias.


Chile y Uruguay ya no son más los vecinos, sino los elegidos para jugar al truco sin tener la menor idea sobre que agarran cualquier falta envido y lo ganan fácil con veinte de pié.


Todos en el elenco de Gobierno huyen hacia adelante, negando la inseguridad pública para luego cambiar la mentira por un supuesto “acto de grandeza” que consiste en la estrepitosa palinodia teatral de reconocer el error. Y lo más grave es que se ufanan en privado de sacar ventaja política de esas trapacerías.

Albert Camus les daría un embudo para que miren por el agujero y apostaría a que jamás pondrían el ojo en el pico.

Huyen hacia adelante dando todos los días a difusión índices nuevos que mejoran micrométricamente los del pasado reciente y que salen de una estadística del propio Jefe de Estado, (él es el INDEC), lo cual es algo mucho peor que si pretendiera anunciar los fallos de los jueces. Para lo que no debe pensarse que falta mucho.

Son aventureros de la ortopedia institucional.


Pero las instituciones ortopédicas no dan oxígeno para más que un par de aventuras.


Lo dejan al aventurero que siga dando todas las curvas subiéndose a los “pianitos”… hasta que fatalmente se cruzan de costado con algún retazo del antiguo régimen, que yace todavía sano.


Y allí… se llevan puesto el paisaje de la República