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miércoles, junio 28, 2006

EDITORIAL : “EL CATALOGO DEL APRIETE”
(Por el Lic Gustavo Adolfo Bunse) (27/6/2006)

En sus estados de paroxismo de poder, el gobernante autócrata es un compulsivo impredecible.

Sus arranques de compulsividad son tan dramáticos que, además de no poder controlar su impaciencia, empieza a ver siluetas de fantasmas y conspiraciones en su imaginación, las cuales crecen con los días en forma exponencial, tanto en su número como en su peligrosidad.

La única “salida” que encuentra frente a esa sensación angustiosa, es disponer que se ponga en marcha un catálogo de procedimientos mafiosos.

Pero hay condiciones básicas y elementales para ser mafioso :

1) Haber alcanzado un nivel trascendental de poder e influencia por cualquier medio que haya sido posible.

2) Tener un control considerable sobre la manufactura de la ley y sobre la aplicación de la justicia

3) Disponer de una formidable “caja” con solvencia financiera completamente negra.

Con esos tres elementos, el mafioso procede a encarar el control inmediato de las voluntades adversas con la fácil imposición de la propia.

En una etapa inicial, motoriza una red de sobornos, de extorsiones, de acusaciones falsas, de exhumación de antecedentes, de asfixia por controles fiscales directos, de instigación a la condena pública, de envío de grupos indirectos de presión que suelen actuar como si fueran autónomos, de mercenarismo periodístico y de rápida fulminación de cualquier sustento logístico en curso.

Sus víctimas, una vez sometidas, resultan sus mejores herramientas de trabajo mafioso.

Lo hace con los sindicatos, con grupos de acción, con gobernadores, con intendentes, con legisladores, con jueces, con corporaciones, con organismos de control, con empresarios, con encuestadores y finalmente con individuos aislados.

En su avance incontenible, llega un momento en que se encuentra con obstáculos imprevistos.

Los peores inconvenientes suelen ser “el díscolo” y “el digno”, aún cuando, según todos sabemos, ser lo primero, no siempre significa lo segundo.

A ambos escollos trata de aplastarlos con todos los mecanismos que dispone en su “Catálogo del Apriete”.

Los organismos nacionales de inteligencia se someten íntegramente al servicio continuo del control interno de opositores y críticos, vistos como fuente inspiradora o autora de cualquier instancia sediciosa o conspirativa.

Los teléfonos son intervenidos, el correo electrónico es vigilado y el “sistema” genera desde allí, una secuencia informativa periódica que le anticipa al gobernante las denuncias que se avecinan y que le permite prefigurar la dirección inminente de todas las críticas.

Si no se pueden frenar antes de ver la luz, al menos se prepara la “maniobra de réplica” y el condigno apriete.

Cualquier parecido con este país puede parecer mera coincidencia, pero un total de 22 (veintidós) periodistas o analistas político económicos han recibido algún tipo de apriete o han tenido que probar el amargo sabor del referido catálogo mafioso en los últimos seis meses.

Desde la llamada “de sugerencia” hecha normalmente a través de amigos e incluso en modo directo, hasta la no renovación sorpresiva de cualquier contrato por espacios radiales o televisivos, pasando por algunos mensajes a los sponsors, para que no sigan haciendo aportes. Todo vale.

Si hasta allí no se cambian los escenarios, a partir de ese momento empiezan las acciones mas brutales, con correspondencia anónima y con llamadas de idéntico estilo, incluyéndose a vecinos y familiares, a todos los cuales se les dice que han de sufrir las consecuencias por las acciones del “rebelde”.

El Catálogo del Apriete, incluye todo tipo de sutilezas y acciones macabras que sólo parecen encontrar límite en aquello que pueda poner en riesgo la vida del que se ha atrevido a molestar.
Pero si lo acorralan al “supremo” las cosas cambian :

Su estado de nervios y su desequilibrio emocional lo llevan a convertir todo en derredor suyo en un infierno y ya no le importa demasiado que ocurran accidentes acaso provocados por las maniobras más inocuas del apriete que operan con entusiasmo sus súbditos.

Pues el gobernante mafioso tiene casi siempre dos características que son de su esencia inmanente : Una falla psicológica oscilante y una alta dosis de superstición oculta y vergonzante.

En efecto, removiendo en detalle la conciencia de los gobernantes, un psicoanalista de gran prestigio, en sus reflexiones sobre la salud mental y el sistema político, advierte seriamente que los que dirigen o lideran tienen la responsabilidad y la obligación moral de estar lo suficientemente sanos en cuerpo y mente para realizar sus tareas por cuanto, según las estadísticas que él mismo hizo, el comportamiento de varios gobernantes produjo como resultado que las sociedades que ellos gobernaban terminaron tan desequilibradas como ellos mismos.

Muchas veces se creen “tipos de suerte”, por cuanto acaso han disfrutado de varias rachas seguidas.

Y lo peor que puede pasarle a alguien “con suerte” o que haya “caído parado” como los gatos, es creérselo a pie juntillas. De allí a convencerse que tiene “baraka” (la fortuna en árabe), hay un solo paso.

El optimismo acaso está bien en un político, pero no la superstición, menos aún si no es reconocida como tal.

El que tantea siempre y se fía sólo de su intuición y de su buena estrella, el que empieza a creer que por ser él quien hace las cosas, estas van a salir bien, suele estar condenado a terminar mal, por cuanto lo que ocurre a continuación es algo tan antiguo como “la hybris”.

La “hybris” era la antojadiza soberbia que los dioses griegos veían crecer en algunos hombres.

Lo veían con complacencia y sin intervenir , porque sabían bien que el que se confía es mucho más fácil de destruir.

En un contexto de este tipo, quienes tengan el coraje y la valentía de denunciar en voz alta o en las calles la estafa de las instituciones serán pues hostigados por el catálogo del apriete e incluso hasta atacados por el propio pueblo.

Por esta vía, la amenaza a la democracia es grave.

Así las cosas, corremos todos el peligro de que se resquebraje pronto el sistema político-social.

Pues a una democracia la amenazan sistemáticamente el autoritarismo, las leyes mafiosas, el fanatismo del que gobierna, la lógica de la imposición, la caída brusca de la credibilidad de toda la clase política, la arrogancia y abuso de poder, el hambre, el desempleo y la miseria del pueblo entre algunos otros factores.

Habrá quienes pueden hacer conjeturas y opinar sobre el “Catálogo del Apriete” acaso por el rumor que les llega, por su propia perspicacia analítica o bien por las declaraciones de algunos que lo han sufrido.

Quien esto escribe, en este caso, no hace conjeturas.

Lo conoce en carne propia y, al ser destinatario de ese “Catálogo”, puede describirlo como aquí, con detalles.