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viernes, mayo 12, 2006

“LA ÚLTIMA CONFESION” (12/05/2006)
(Un cuento corto) (Por el Lic Gustavo Adolfo Bunse)

Soy anfibio .

Del mismo modo que puedo nadar en las profundida-des insondables de un océano proceloso, donde nadie me ve, puedo también salir, de vez en cuando, a la rea-lidad de la tierra y andar por allí al tún tún, en mi costa de Río Gallegos.

Soy anfibio.

Me da un poco de vergüenza salir a la realidad, por cuanto allí ando todavía caminando como un bobo.
Nunca aprendí nada de la realidad.
Prefiero ocultarme, por eso, de las vistas . Y moverme en lo profundo… sin rumbo. Allí ando siempre a mis anchas y soy bastante ágil.

Nadie me acecha y no debo rendir cuentas a nadie, como cuando camino exhibiéndome en esa ridícula realidad… que siempre me da la espalda.
Salgo a ella sólo por obligación imperiosa, pero siento de inmediato la necesidad de regresar a mi inmersión oscura, inconciente y cómoda, en unas corrientes que nadie controla bajo la superficie.

Pensaba siempre que esa realidad externa, que merece todo mi desprecio, jamás me dejaría de asfixiar y de agredir.

Pensaba siempre, con bronca, pues, que si la realidad no coincidía conmigo… entonces, peor para ella.

Soy anfibio. Ando en el agua y un poco en la tierra.

Por eso, cada vez que me asomaba a esa realidad perversa e inquisidora, lo hacía a las apuradas.

Prefería salir de golpe… acaso de noche.

Cerrar los ojos… y salir así … a mi costa de Río Gallegos… caminando… sin saber…

Un buen día, las cosas me obligaron a enfrentar la realidad, salir hacia ella… imponerme y también exigirle que me respete.

Salí pues, de golpe… y con los ojos cerrados.

Y bastante antes de llegar a mi costa de Río Gallegos, la realidad me estaba esperando agazapada, traidora y perversa, formando una capa tan negra y viscosa en la superficie, que me sorprendió por completo.

Sentí que me envolvía como un engrudo gelatinoso y terrible. Y casi convertido en una momia negra, salí a la realidad infame… completamente empetrolado.

Con lo caro que esta el petróleo, dije, me viene a sorprender justo a mí, de ese modo, desparramado como una trampa en el techo de mi mundo oculto del océano. ¿ A quién le sobra petóleo para hacerme esto ?

Acaso fue Chavez… que se vengó de mí cuando descubrió mi juego doble de bonos y limosnas, de trenzas y camándulas en el MERCOSUR.

¿ Me empetroló Chavez ?

Caminé unos metros, más ridículamente que antes, casi sin aire, ahogándome entre las piedras, en conciencia plena que allí… me había llegado la hora.

No había nadie para desempetrolarme, en mi querida costa de Río Gallegos.

Ni Greenpeace, ni los ambientalistas de Gualeguaychú, ni Busti, ni mi amigo Acevedo … al que vituperé sin piedad hace poco tiempo.

“Subestimé a la realidad”, me dije.

Me atrapó sin siquiera haber accedido a ella.
Me esperaba en el límite mismo de su portal de entrada, como si quisiera negarme incluso un deseo final y sincero de redimirme de tantas inmersiones de fuga a mi mundo sustituto.

Soy anfibio.

Mas nunca pensé… que mi verdugo habría de ser, justamente la realidad, de la que venía logrando huir tan fácilmente, que podía incluso… burlarme de ella.

Me empetroló…

Y aquí estoy. Impedido de moverme y en estado de asfixia… agonizando por culpa de este enemigo mío de toda la vida : la realidad.

Pero quisiera decir algo antes de irme :

Quisiera dejar una enseñanza para todos los rastreros, mercaderes de la infamia y de la deshonra, que me adularon siempre con obsecuencia infinita y con genuflexión de lacayos.

Y que lo graben en la lápida de mi tumba, si pueden :

No os confundais :

Fui anfibio.

Pero a la realidad, hay que darle su parte de razón.
Aquella que tiene. Y si no se le dá… entonces la realidad regresa… algún día… a buscar su parte de razón, la que tenía…

Y se lleva, de paso, otra parte de razón…

Que acaso … no tenía